Consiste en la aplicación de ácido hialurónico reticulado en los distintos pilares estructurales de la región facial, con el objetivo no tanto de aportar volumen, sino de reposicionar los tejidos descolgados y corregir el exceso de flacidez facial.
La inyección se realiza en ocho puntos distribuidos a lo largo del pómulo, los cuales permiten elevar la mejilla y rejuvenecer las zonas que marcan o acentúan los surcos nasogenianos, la zona lateral de la mejilla y el reborde de la mandíbula.
Dependiendo del grado de flacidez facial, la pérdida de volumen y asimetrías que presente la paciente, la inyección se realizará en más o menos puntos.
En ocasiones, es útil la combinación de este tratamiento con Botox para corregir las arrugas de expresión o con tratamientos estimuladores del colágeno y de rejuvenecimiento cutáneo, como el PRP (plasma rico en plaquetas).